Las autoridades polacas afirman que los inmigrantes ilegales procedentes de Bielorrusia han disminuido en un 50% desde el establecimiento de una zona de amortiguación fronteriza. La zona fue restablecida hace tres semanas en un intento de frenar la migración irregular.
Varsovia ha acusado a Minsk y Moscú de orquestar una afluencia de migrantes africanos a través de Bielorrusia hacia la UE en lo que llama una guerra híbrida.
La agencia fronteriza de la UE, Frontex, dice que el número de personas que intentan cruzar la frontera oriental del bloque casi se ha duplicado en la primera mitad de este año.
Hasta julio de 2022, Polonia había declarado el estado de emergencia con el establecimiento de una "zona roja" de unos 5 km de largo, totalmente militarizada.
A los activistas de derechos humanos no se les permitió acercarse para llevar ayuda básica a los migrantes, como mantas, alimentos y agua. La zona también estaba fuera del alcance de los periodistas. Para expresar su solidaridad, algunos residentes de las aldeas cercanas habían colocado linternas verdes fuera de sus casas.
Presión migratoria sobre la Unión Europea
Según Varsovia, Alexander Lukashenko, el primer ministro bielorruso, quiere ejercer presión política sobre la UE. El Gobierno bielorruso había facilitado la entrada de migrantes en el país y, una vez que llegaban, según las acusaciones, se dirigían hacia las fronteras de la Unión.
La estrategia respondería a las sanciones que Bruselas había impuesto al régimen bielorruso.
La respuesta de Polonia a Minsk
Cientos de soldados se habían apostado a lo largo de la frontera para bloquear la entrada de migrantes. Se han activado puestos de control, helicópteros, drones, detectores térmicos para monitorear los movimientos en la frontera.
Polonia ha destinado alrededor de 350 millones de euros a la construcción de una larga barrera de acero, de 186 km de largo y 5 metros de alto, para hacer que la frontera con Bielorrusia sea lo más inaccesible posible.
